¿Por qué han cambiado tanto nuestros sueños en los últimos meses?
Son más vívidos, extraños e inquietantes, y los recordamos más. Mucha gente ha tenido el mismo tipo de sueños que tú durante el confinamiento, y estos son los motivos.
¿Qué pasaría si, en los últimos meses, todo el planeta hubiera estado soñando al unísono? En principio, tan solo nos lo creeríamos en un contexto de ciencia ficción, en el que una serie de villanos anduviesen intentando adormecer a la humanidad para destruirla. Sin embargo, dentro de este extraño 2020 que estamos viviendo desde hace dos meses, tenemos sueños más vividos (esto es: los recordamos más) y, en muchos casos, sus temáticas están relacionadas con la situación de confinamiento e incertidumbre que ha generado el COVID-19. Mucha gente, por su parte, no deja de preguntarse en redes por qué están teniendo esos sueños tan extraños (un estudio del Centro de Investigación en Neurociencia de Lyon apunta a que el coronavirus ha aumentado en un 35% los recuerdos de los sueños, que contienen un 15% más de pesadillas que habitualmente).
Lo cierto es que soñamos cada noche (las ensoñaciones más elaboradas se producen en la fase REM, al final del ciclo), pero casi siempre nos olvidamos de lo que hemos soñado al despertarnos. “Creemos que una de las funciones de la actividad cerebral en la fase REM (en cuanto a elaborar situaciones, vivencias o imágenes) es procesar la memoria y las emociones”. “En algunos períodos en los que hay exceso de preocupaciones, estrés, ansiedad o incertidumbre es más frecuente tener ensoñaciones y que sean más vívidas”. Así, la inestabilidad e intranquilidad de nuestro insólito día a día se trasladan a la noche porque, de alguna manera, el cerebro está tratando de gestionar esas emociones y buscar una salida y una respuesta. “Muchas veces, creemos que las ensoñaciones representan situaciones, experiencias previas, para las que buscan soluciones nuevas”, como algunos descubrimientos de científicos que se han hecho mientras dormían.
¿Es posible mejorar el tipo de sueños que tenemos? El doctor Puertas lo tiene claro: no hay que obsesionarse con ellos en exceso. “La rareza de la vida onírica es algo que le pasa a todo el mundo. Si no son muy intensos, generalmente nos olvidamos. Si uno duerme bien y funciona bien durante el día, no tiene por qué preocuparse”, explica. Y añade que el tipo de sueños cambia cuando se modifica alguna rutina dentro de la vigilia. “Habría que favorecer una mejor gestión del estrés al final del día (evitar, por ejemplo, noticias preocupantes, o ver películas de epidemias virales…) para disminuir los estímulos estresantes. Debemos prepararnos física y psíquicamente para ir a dormir a través de una rutina que nos proporcione seguridad y tranquilidad (siendo eso lo que cada uno interprete: desde una lectura hasta ver un filme de humor, meditar o realizar manualidades…)”, nos queda la esperanza de que cualquier noche de estas somos responsables de un huevo hallazgo científico, o una magna obra de la literatura universal. Todo es echarse a dormir (sin miedo) y ver qué pasa.
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